miércoles, 19 de junio de 2013

La vida se alarga.



Espero que mi reflexión sirva de apoyo para todas aquellas personas que están luchando contra la enfermedad y de motivación para los que aún no han decidido dejarse ayudar. Sí hay salida.





Tengo un terapeuta al que le gustan mucho las metáforas y entre pasajeros y zanahorias siempre nos pregunta si la vida se nos acorta o se nos alarga cuando hacemos lo que queremos o lo que no. Antes no sabía muy bien por qué me decía que la vida se alarga cuando sigo los consejos del equipo del centro de día, pensaba que era una tontería pues iba a vivir igualmente, quizás duraría hasta los 100 años o quizás al día siguiente tendría un mortal accidente de coche…  Ahora comprendo que no es una estupidez y no interpreto la vida como el periodo en años que habitamos la tierra como seres vivos, lo que pienso es que la VIDA es el día a día, los rellenamos a nuestro antojo y disfrutamos y aprovechamos lo que tenemos en pequeños instantes que se convierten en alegría, preocupación, amor, ansiedad, tristeza, ilusión, odio, sorpresa…  que harán en conjunto una novela más grande o pequeña dependiendo de tu conciencia sobre esos instantes.

Mi novela era grande antes de caer en la anorexia, podría escribir mil relatos al terminar el verano contando lo morena que me puse en la playa, los granizados con mis amigas en las largas tardes calurosas, lo a gusto que me sentí al hacer el amor con mi novio después de cenar en la terraza del bar, la cantidad de amigos que hice ese sábado en la fiesta ibicenca, lo mucho que me gustaba que me vieran cuando estrené vestido y sandalias, lo bien que me sentaba merendar con mis primas en las escaleras de mi piscina… Cuando la anorexia debutó en mi cuerpo y mente esa novela se resumió en tan poca cosa que cabría en un twitt:

“Vivo pensando en cómo calmar mi hambre sin comer y deseando que el peso al día siguiente marque una cifra más baja”

En ese infierno constante solo era capaz de ver la recompensa reflejada en la báscula pero iba más allá. Mi cuerpo se autodestruía a un ritmo veloz, ya ni recuerdo lo que es tener la regla (Con los riesgos óseos que ello conlleva), la libido inexistente empeoraba la relación con mi pareja, la cual era nefasta al sumarle mis malos humos. La huella de que me había duchado era evidente pues dejaba más cabello en la ducha que el que me llevaba. El frio lograba pasar la piel para penetrarse sin salir en mis huesos pues no encontraba ningún obstáculo entre ambos, el desgaste articular me avisaba por las noches cuando el dolor de rodillas y tobillos no me dejaba dormir, además daba las gracias a los momentos del día en que tenía fuerza en los dedos de los pies pues no me gustaba parecer coja. El miedo constante a no despertar al día siguiente hacia que antes de acostarme diera un bocado a una manzana, pero era alargar mi sufrimiento (Es como el fumador que se reduce la dosis a un piti, está ocupando más tiempo del día en pensar que llegue ese cigarrillo). Llegaba un momento en que no me gustaba mi cuerpo (Mis huesos mejor dicho) pero la furia de la fiera anoréxica me había atrapado, era demasiado tarde… Ojalá alguien me hubiera rescatado a tiempo para hacerme ver que no vale la pena vivir así. Rescatarme antes de aislarme, perder confianza con la gente por la desgana de socializarme y antes de ver a mis padres como unos enemigos por alimentarme en sus intentos desesperados de que no desfalleciera.

Tras casi 6 meses de trabajo en el centro de día mi vida va cobrando sentido, ahora me creo que vuelva a reír, tener ganas de salir, hacer el amor, quererme, respetarme, disfrutar del día a día…. Ya no pienso las 24 horas en comida, soy capaz de concentrarme estudiando, mis amigos vuelven a contar conmigo al ver mi interés por ellos, con sus más y sus menos que tienen todas las familias ya me llevo mejor con mis padres. Ya no me canso al andar o simplemente al hacer vida normal y no es porque haya recuperado peso de un día para otro como la mayoría de las personas que sufren un TCA piensan. En realidad lo piensa la enfermedad, sus pensamientos irracionales que inhabilitan tu verdadera voz. Te hacen creer cosas increíbles, como que la cena aparecerá fijada en tu trasero a la mañana siguiente. Es tan fácil como comprender que para que tu coche ande necesita gasolina, si no fuera así ¿Por qué el resto de la gente que se alimenta de forma normal no cambia? Pero claro, el demonio a veces no deja salir al angelito, el cual hará el papel del contador del depósito del coche y te hará creer que si paras a repostar el combustible no cabrá, rebosará y saltará del depósito. Conforme han ido desapareciendo esos cuentos chinos me he ido encontrando mejor.

Recuerdo cuando al empezar el tratamiento una chica, de mi pueblo, que estuvo en el centro me dijo que era cierto que se volvía a agradecer alimentarse, me preguntó: “¿A qué una empanadilla para almorzar está buena? Llega un momento en que te la comes, la disfrutas y no la llevas todo el día en la cabeza…” Me vino a la mente en ese instante las empanadillas del Mariano que mi madre compraba cuando teníamos excursión, tan buenas… ¡Pero contesté que no! Ahora sé que no es así, si me gustan y mucho y aunque aún me falte mucho por trabajar son esos pequeños detalles los que hace posible recuperar tu vida. Nos volvemos tan mentirosos que no solo negamos que nos gusten las empanadillas, tenemos también que fingir dolor de barriga cuando tu novio se dispone a invitarte a cenar, cuando buscas falsos quehaceres para aprovechar y pesarte… lógicamente entre tanto calvario mentiroso nadie se puede sentir bien... O si, esa pareja que si puede tener una cena romántica en el italiano; la clave es darte cuenta que no solo ellos se lo pueden permitir, sino todo lo podemos hacer ¡Y no pasa nada!


Podría seguir redactando la novela, contando los cambios a positivo que en estos seis meses he experimentado durante mucho tiempo, haciéndola cada vez más larga pero, me despido ya, voy a seguir curándome."







Entrada hecha por: Dra. Knowless

2 comentarios:

  1. Simplemente... increíble. Yo he pasado por lo mismo, y efectivamente, se puede salir de todo ese calvario y de todo ese sufrimiento aunque no lo parezca. Todo lo que dices es como un espejo para mí, como si estuvieses contando mi vida... y no he podido derramar unas lágrimas al leerlo.
    Enhorabuena amiga, el camino es arduo y en él encontraremos un montón de piedras, pero conseguiremos esquivarlas todas y seguir caminando.

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  2. Me has hecho llorar. Me he visto reflejada en tus palabras, es lo mismo que viví yo durante años. Por suerte también me ayudaron. Gracias.

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