Relato ganador del II certamen nacional de Corto Literario de Adaner Murcia
¡Hola Anorexia!
¡Adiós, Anorexia!
¡
¿ ¿Qué tal, muchacha? Hace tiempo que quería hablar contigo. ¿Me
conoces?
-
Desgraciadamente,
sí. Te he visto en las revistas, en la televisión y paseándote por las
pasarelas de moda. Te he visto también cerca de varias de mis amigas y
conocidas, y he oído a mucha gente mencionarte, adolescentes, jóvenes, médicos
y padres, incluso niños. Todo el mundo habla de ti con miedo y yo puedo decirte
que no tengo interés en conocerte más a fondo.
-
Verás, creo que me necesitas. He mirado en tu armario y usas
ropa de la talla 42 e incluso algún pantalón es de la 44 ¡Qué horror! Además,
tus mofletes parecen de gelatina y las caderas se te marcan hasta con abrigo.
-
No me
importa. Estoy contenta conmigo misma, doy valor a otras cosas. Sé que no soy
perfecta, pero al menos soy yo, no mi esqueleto.
-
Escucha, come menos y perderás peso. Te alegrarás y seguirás
comiendo cada vez menos. Y, si algún día te pasas, no te preocupes, vomitas y
en paz. Con la talla 38 estarás preciosa. No se llevan las chicas como tú, la
verdad es que eres diferente.
-
Te he
oído, pero ahora escúchame tú a mí. Verás lo que pasará. Adelgazaré, perderé
energía y, lo que es peor, perderé mi fuerza de voluntad. Mis nervios saltarán
por los aires, mi estómago vomitará cuando quiera y cuando ya no quiera
hacerlo, mis piernas no me sostendrán, no me interesará estudiar, ni salir con
los amigos y, poco a poco, ni vivir. Entraré en una talla 38, quizá en una 36
si me acerco más a mi muerte, pero también entraré, si tengo suerte, en un
hospital. Me conectarán suero, me obligarán a comer, asistiré a sesiones con un
psiquiatra, seré una enferma de por vida, siempre expuesta, si logro salir
adelante, a una recaída. Atendida permanentemente por la Asociación que trata
de que te abandonemos cuando formas parte de nosotras. Y mientras, mi familia y mis amigos sufrirán
y yo habré perdido para siempre algo tan valioso como la salud.
-
Pero piensa en las modelos, en lo importante de mantener una
buena imagen para conseguir un trabajo, en los chicos. Nunca participarás en un
“casting” con ese aspecto y ese peso. No harás publicidad, ni saldrás en las
revistas.
-
¡Olvídame!
Detesto a la recua de horteras, más o menos delgadas que me acosan desde la
tele y las revistas del corazón. No quiero que me ataquen y me agobien sin
piedad. No creo que en la vida sea lo más importante “negarse a engordar”,
“negarse a envejecer”, “negarse a estar triste”. Eso no es vida.
-
Te quedarás sola. Cada vez tengo más aliadas, ya lo habrás oído.
Y también chicos, no te creas. Y hasta personas mayores.
-
También
hay cada vez más gente sensata, gente con la cabeza en su sitio, gente que sabe
qué cosas valen y cuáles no. Mira, hay demasiados modelos a los que parecerse y
nunca es suficiente. Nunca eres lo bastante joven, lo bastante guapa, lo
bastante inteligente y, sobre todo, lo bastante delgada para nada. Siempre
alguien te gana porque cuando alcanzas una “miserable meta” ya no vale. Alguien
la ha superado. No debemos exigirnos tanto para conseguir tan poco.
-
Entonces ¿qué es lo que valoras tú?
-
Te voy
a explicar. Con el peso y la talla que tengo, tengo también infinidad de
amigos, soy alegre y solidaria. Mi risa se oye de lejos, tengo interés por mis
estudios, quiero viajar, conocer gente, trabajar luego, formar mi familia.
¿Crees, ignorante, que para todo eso hay que tener el vientre plano y entrar en
la talla 36? Yo estoy orgullosa de mi misma, con mis defectos y mis fallos, que
son muchos, no creas. Pero me gusta mi pelo brillante, mi piel tostada en
verano y en invierno, mis piernas, que me permiten correr, subir y bajar escaleras
y…. bailar. Estoy contenta con mis ojos, no transparentes de puro azules ni de
onduladísimas pestañas, pero que me permiten llorar ante una pena y hacer un
guiño a la esperanza cada día. También soy feliz con mis dientes, perfectos
gracias a la ortodoncia, y con mis manos de dedos ágiles para cualquier tarea y
rápidos en la escritura. Y no digamos de mi memoria, que es bastante buena, de
mi capacidad de comprender a los demás, de mi afán de superación, de mi
familia, de mis amigos…. Creo que tengo mucho por hacer y, lo primero de todo,
respetarme y amarme a mí misma. Y te digo más, por mis muchas virtudes, creo
que voy a entregarme un buen Diploma.
Hay que empezar a ser cada una como es y no
como se espera que sea, todo para que unos cuantos se queden tranquilos. Deseo
que quienes han pactado contigo sean capaces de abandonarte y ver lo bueno que
hay en ellos mismos. Nunca en ti.
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Adiós, muchacha.
-
Adiós,
anorexia.
Autora: Juncal Baeza