Hoy, después de 4 años de infierno, te
escribo mirándote a la cara, poniéndome delante de ti y enfrentándome a ti.
¿Quién te has creído para entrar en mi vida y apoderarte de mí durante todo
este tiempo? Para adueñarte de mi vida, jugar conmigo como si fuera un títere,
alejarme de mis amigos, pasiones e ilusiones, para hacerme ver que hasta las
personas que más me quieren eran mis enemigos, que yo era mi propia enemiga.
Has estado muy tranquila, creciéndote,
haciéndote más fuerte y haciendo de mi cada vez alguien más pequeña, pero yo no
tenía ni las fuerzas ni el valor para plantarte cara, para despegarme de ti,
para saber que eras tú quien se estaba cargando mi vida, destrozando mi
familia, alejando a mis amigos, echando a personas muy especiales para mí, destruyendo
a mi yo feliz.
He llegado a creer que eras mía, que tú y yo
éramos la misma persona, y no podía entender cómo algo que salía de mí me ha
hecho mirarme al espejo y decirme que me doy asco, mantener una obsesión
constante por la comida, pasar días sin comer, o comer con tanta ansiedad, que
la culpabilidad se apoderara de mí después para acabar vaciándome en cualquier
sitio a escondidas, creyendo que así conseguiría una calma y paz momentánea
disfrazada de una muerte diaria. Basar mi felicidad en unos dígitos que marcaba
un peso al que subía antes y después de cada comida, incluso un simple vaso de
agua era motivo de subir a la báscula con un miedo atroz de verme con otros
ojos en el espejo, ojos influenciados por esos números.
He llorado, he mentido, he pegado, he sufrido
y he hecho sufrir, he pasado noches en vela, he aparcado mi carrera, mi
competición deportiva, toda mi vida…para encerrarme en un cuerpo que solo tenía
un objetivo, alcanzar una perfección inexistente, un ideal que nunca llegaba, porque
nunca me era suficiente, siempre quería más y más y más. O mejor dicho, siempre
querías más de mí. Y yo ya no podía darte más.
Ahora, puedo decir que me has hecho pasar los
peores años de mi vida, que te miro y sé que tú no formas parte de la princesa
que soy, que la comida no es odiosa pero que yo sí te odio a ti, y, aunque
nunca podré olvidarte, haré lo posible por destruirte cada día y alejarte de
mis pensamientos, que estoy rodeada de gente que me quiere y que lo tengo todo
para ser feliz. Ahora, me veo con fuerzas y con la valentía para acabar
contigo, que cuento con el mejor ejército, y que esto es la guerra.
Hoy, después de 4 años, puedo decir que este
es el principio del fin.
Entrada hecha por Aicila